sábado, 3 de noviembre de 2007

4 CARMELITAS MISIONERAS MARTIRES

“La congregación tiene el orgullo, por así decirlo, de haber sido notablemente perseguida por las horas marxistas”

No haber rubricado con sangre la fidelidad a los propios ideales, hubiera producido la sensación de cierto vacío: “ Si en ella no se pudieran estampar líneas escritas con sangre de mártires, hermanas de nuestra congregación que fueron dignas de morir por la causa de Dios, hubiese faltado algo. La historia recoge complacida la gesta martirial escrita con sangre por cuatro carmelitas misioneras.

Cuatro carmelitas misioneras dieron la vida en testimonio de su fe cristiana y de su consagración religiosa:
Esperanza de la Cruz
Refugio de San Angelo
Daniela de San Bernabé
Gabriela de San Juan de la Cruz

Procedían de dos comunidades: Las dos primeras del colegio de Vilarrodona; las otras dos, de la casa Madre de Barcelona. La llamada de Cristo las juntó en la misma fecha, pero por caminos diferentes, para idéntica ofrenda.


El presentimiento martirial dominaba al ambiente en Vilarrodona, abundaba elementos hostiles a lo religioso, por lo mismo a la labor desarrollada en el colegio de las hermanas. Cuando estalla la tragedia el 18 de Junio, ya habían comenzado las vacaciones.

La cdad, antes esta realidad, decidió abandonar la casa el día 21. Al anochecer, se reunían las hermanas en la capilla y la superiora, Esperanza de La Cruz, distribuía la eucaristía, quedando el sagrario vacío. Las hermanas buscaron refugio distribuyéndose por familias amigas y conocidos. Acogió a las hnas Esperanza y Filomena el Doctor Robert, hermanos de una carmelita misionera, María de San Juan Berchman. Refugio y Antonia fueron recibidas por el doctor Gabaldá.

El 24 de Junio, un grupo de milicianos armados se dedicaba a localizar a las hnas y detenerlas. El día anterior hna Refugio había sido testigo de un saqueo en la parroquia. Esto fue presagio vio anuncio de lo que iba a suceder.

Reunidas en la plaza del pueblo con el párroco y el vicario, fueron cargadas en una furgoneta que salió por la carretera de Vendrell en dirección a la villafranca de Panadés escoltada por dos coches de gente armada.

Llegadas a Villafranca del Pandés en la noche del 24 al 25 fueron entregadas al comité revolucionario de la localidad. No tardó en conocer la noticia la Señora Maria Rosés, amiga de la comunidad de Vilarrodona y cuñada de uno de los dirigentes del comité. Se presentó ante las autoridades y consiguió que las hermanas se quedaran recluidas en su propia casa.

Mientras ella estaban recluidas el párroco y el vicario eran vilmente asesinados el día 26 en la Almunia, pueblecito cerca de Villafranca.

El 31 de Julio, se les dejaba libertad para viajar a Barcelona y reunirse con sus familiares. Allí se separaron de dos en dos con el convencimiento de que no volverían a verse. “hasta el cielo” fue el saludo de despedida.

Esperanza y Refugio se dirigieron por el Paseo de Gracia, donde residía una hermana segunda. Se encontraron con la sorpresa de que la casa estaba vacía y la puerta no se abría. Se les ocurrió preguntar a los vecinos el paradero de la familia ausente. Fueron reconocidas sin dificultad como religiosas y taimadamente denunciadas al comité del sector.

Fueron recluidas “Hagan lo que quieran con ellas”, fue la respuesta del comité ante la pregunta formulada por el de Barcelona: ¿qué tenemos que hacer con estas señoras? Era la sentencia de muerte.

El 31 de Julio, la jefatura del comité revolucionario decidía unirlas a otras personas destinadas al sacrificio. En una de las destartaladas camionetas empleadas para el traslado macabro de los “paseos de la muerte” eran conducidas a la carretera de la Rabassada, de trágicos recuerdos durante estos años en Barcelona, y rematadas a tiros junto con otras nueve religiosas.

A la misma cita llegaron otras dos hermanas coronadas con la palma del martirio: Gabriela de San Juan de la Cruz y Daniela de San Bernabé, pertenecían a la casa madre de Barcelona.

Al estallar la guerra estaban encargadas de velar a una señora enferma. A partir del día 18 de Julio corrían riesgo permanente, pero siguieron prestando su servicio caritativo.

El día 26 la familia en que prestaban su servicio, decidió cerrar su casa y dispersarse por miedo a la persecución. Buyscó otra familia para que estuvieses seguras.

Allí se vistieron des seglar y estuvieron refugiadas varios días sin poder salir de la casa. Consiguieron conectar se por teléfono con la consejera general María de las llagas de Jesús.

Antes el temor de quedarse sin lugar donde estar, decidieron probar fortuna en casa de una sobrina de la hermana Gabriela, empleada en una Farmacia. El propietario de la farmacia, el señor Boqué les ofreció su domicilio.

Una ingenua impudencia sirvió para su detención. Al salir de la farmacia y preguntar por la casa del Señor Boqué fueron reconocidas por un empleados de tranvías, que a voz en grito y con vocabulario soez, comenzó a pregonar su condición de monjas. No hizo falta más para que una patrulla de milicianos las atrapara.

Al ruido chirriante del vehiculo y del griterío de milicianos y de gente que les increpaba por su conducta y su vocabulario, el señor Boqué ordenó a uno de sus empleados salir en persecución de la camioneta para ver la dirección que tomaba. Pudo constatar que se dirigía a la carretera de Rabassada. Todo estaba claro. Al rato todo se había consumado.

Los cuatros cuerpos desangrados de las hermanas y de sus compañeros de martirio, fueron recogidos muchas horas después por el servicio de la cruz roja y depositados en el hospital clínico.

El médico de turno fotografío los cuerpos. Fue como el sello decisivo y fehaciente de la sangre martirial.

“En la misma fecha que las hermanas de Vilarrodona y a pocos metros de distancia otras dos victimas del, odio gratuitos ofrendaban a Cristo su sangre y su vida. Eran coronadas las cuatros carmelitas misioneras. Su pasión y su triunfo tenían lugar el 31 de julio de 1936”.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

DEJANOS TU COMENTARIO

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...